I
Amando por primera vez.
Goce por goce
el tiempo es lento, breve,
como un roce,
pero sigue cierto o incierto;
Yo no tengo tiempo.
Amando por segunda vez.
Las lágrimas más secas;
y no te tengo.
Como tú te acercas
Y… ¿Y? Me retengo.
Sigue cierto o incierto,
yo no tengo tiempo.
Amando por tercera vez.
Caes ni más ni menos,
tú;
corazón mío, salvémonos.
El aferramiento… tú.
Más claro, pero incierto;
ya casi no tengo tiempo…
Amando… Amando…
Rasgando…
Mi corazón rasgando,
sólo te escucho graznando,
con tu pico al mando;
-¡Calla! ¡Date la vuelta Armando!
Caray, ¿qué hay?
Amando.
¿Es como ir armando?
Como… ¿tú vas al mando?
¿A qué mando?
¿A qué mandas?
¿A… A mí?
Rósame todo el cuerpo…
Amando por última o penúltima vez.
Alocando mis sentidos,
vuelvo otra vez.
Escuchando mil zumbidos,
pero nunca ahogarme en el aire que respiras
como un pez;
tomar aire, morir, aunque caer en el agua: muerto.
II
¿Y qué sigue después de la muerte del amor?
La obsesión.
¿Cuál obsesión?
De amor y rencor.
Loca vida se vive,
pero, con cuán sentimiento,
revive, oh sí que eso se concibe.
Yo no miento, sólo siento.
Muros.
¿Son tan duros?
¿Qué tan duros?
¿Con un golpe; un hoyo?
Sigo sin poder ver el otro lado de esta situación;
siento como el sordo que oyó.
Qué locura,
pero ella lo jura.
-¿Por qué tu lujuria?
-¿No tengo opción, o furia?
Niña… ya no lo eres.
Sólo consigues una riña,
con tu moño de niña;
riña sólo consigues.
El camino de la demencia:
como montañas que subes y luego bajas,
después dura más tiempo el suelo plano.
A lo último… Todo es plano.
Y me pierdo en tu nada.
III
Paso a pasito,
dime papacito,
vamos a un riconcito
para curar mi corazoncito.
Venga, mamá.
como diminutivamente te admito:
mamasita.
Por qué no me consigues una cita…
Paso a pasito;
ya no soy tu papacito,
te vas a un rinconcito,
a curar otro corazoncito.
Vaya, pero qué mallas,
así debieron de desaparecer los mayas;
en el misterio y
en el cementerio,
como mis ojos en tus sempiternas curvas.