Las olas parten con tu mirada;
vuelven, sin ti,
mientras nado
como rey de un fortuito mar,
entre conchas e hipocampos,
palpando otra piel,
no tuya;
no mÃa;
y lloro entre rezos
y gemidos
exhudando mi ansiedad,
invocando tu espectro
sin alma,
porque de ti
ya no saborearé nada.