Si tengo ganas de tirarme,
me tiro.
Si tengo ganas de acabarme,
me acabo.
Si tengo ganas de chuparme un dedo
¡pues me lo chupo!
Y si tengo ganas de que se me hinche uno
o dos,
¡que se me hinchen,
y de paso los tuyos también!
La libertad funciona,
sí,
pero con criterio,
y no guiándose de patanes
que escriben palabras seductoras
para luego ser las piltrafas de su
iglesia de la perversión;
pero eres libre,
libre de todo,
libre de ser libre,
libre en ser un bodrio,
si gustas.
Así las cosas.