Estaban a tres pasos de llegar contra su adversario; pero cada uno vuela lejos, muy lejos, chorreando sangre, pedazos de bronce, y algunas lágrimas. El más pálido de los tres queda inconsciente.
No obstante, el muchacho de la armadura rosada, suelta sus últimos suspiros antes de caer en coma:
—Tú puedes, Seiya… —con un lánguido gemido pierde el conocimiento y sueña con el regreso de su hermano.
Y con eso fue suficiente para, después de más litros de sangre derramados, ganaran la batalla contra el villano de su historia.