Construíamos castillos juntos,
éramos unos niños nos divertíamos con gusto;
sin embargo, a este punto
no hallo remedio para este disgusto.
los mares nos esperan,
las lluvias no nos mojan,
los buenos momentos eternamente se esmeran,
y sin nuestros pic-nics los árboles se deshojan.
Yo te dije:
—Viviremos juntos y felices,
así como colibríes, como siempre dices;
cantaremos enfrente de códices,
nuestros antepasados piarán como codornices […].
¡Qué extraño dolor sentí,
al saber que todo perdí!
Ahora creo buques de guerra,
aviones bombarderos que con mis penas construí…
Me enojo;
me encierro;
me encuentro solo y loco,
vacuo y tonto.
Podríamos haber jugado a «las encantadas»;
osaríamos bailar enfrente de la luna;
lograríamos casarnos, y,
algún día, sí, tener hijos.
Yo que cantaba, construía…
Yo que bailaba, gozaba…
Yo que soñaba y sonreía…
Yo que lloraba… Yo que jugaba…
Todo por ti;
pero ahora sin ti,
mis alas volarán por otros horizontes
y mis piernas por otros montes.
…Y mi corazón, por otros corazones.