En aquel castillo ermitaño, alejado de moros, cristianos, judíos y gnósticos, cuyos interiores estaban ornadamente bellos, vivía el conde más sanguinario de todos, aquel que hizo pacto con el diablo hace algunas centurias, cuando todos sabían su verdadero nombre, uno ligado a la sangre, a la muerte y desesperación.
Ahora los héroes entran, creen haberse adentrado a un santuario, pero en verdad llegaron a su perdición.
Sólo uno saldrá vivo; pero también le seguirá otro, pero éste ya no será parte del mundo de los vivos.