No sé si es la necedad,
la poca cordura
o mi confusa teleología
pero quise tomarme fotos
subirlas
apostar mis esperanzas;
y encontré vacío
recuerdos marchitos
y el crocante sonido
de unas papas
junto con mis sueños fritos.
Perdón, Kentucky, por encabezar a la competencia en este poema. Juro que fueron los azares del destino, ya sabes, a veces crueles, a veces refritos.
A veces los sueños acaban así. En la freidora. Un saludo.
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Sí. Aunque me gustaría que también terminaran salpimentados, o cocidos a la limón, o dulcemente en almíbar. Saludos 😊
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