Las olas ya no me cantan
desde que mi primer incendio
adolescente desencadenó
un montón de llamas
e ilusorios martirios.
Las creces de mis cabellos
son las perfectas alegorías
de mis dudas, de mis confusiones…
Quiero escuchar el silencio
mientras mis sueños
cantan un arrullo
de vida, esperanza,
hasta que se efectúe
el seductor encuentro
tuyo y mío.