Y ese rayo de luz sentimental me ha iluminado;
Extrasensorialmente me ha captado y embelesado,
así llevándome a lo más recóndito de lo recóndito,
tímido escondite que he encontrado en ti y en ella;
me ha englobado el mundo cuadrado que jamás,
pero jamás creí existir y subsistir.
La poderosa corriente, el alba de todos los días,
el corazón que palpita sin saber por qué palpita;
que esto me lleva a una dimensión no virtual, no
carnal: un místico y carnoso planeta espiritual.
Vino esa chispa y me dejaré ir, como el amante que
reconoce a la persona con la que pasará el resto de su
vida amando y soñando; y no, no me iré, yo seguiré.
Grato asfalto en el que ahora salto; siento que percibo
más que de esa inmensa oscuridad la que deambulaba;
ahora veo tus ojos y los de ella, siento tus caricias y siento
las de ella, escucho tu asonante voz y escucho su melodiosa
voz, gusto de tu espíritu y gozo el de ella…
Huelo tus elementos y… y…
¡Y!
¡Aspiro el perfume celestial de ella! ¡D’ELLA!