I
Sueño encontrarme con el aroma de tu cuerpo,
el sazón de los movimientos de tus labios;
quiero que nuestros pechos se canten
el uno al otro con canciones alegres
y amargas.
II
Soñé una vez que tu sonrisa
fue creadora de todo un universo,
mientras yo en él vivía entre maravillas
y tus dulces tarareos,
tan delicados y bellos,
que me arrullaron hasta soñar otra vez;
y así, en cada sueño en que me sumergía,
cada parte de ti, como rompecabezas,
fue construyéndose toda la lindura
que eres tú:
y entre enojos, risas, chistes, bromas
y besos, flotamos infinitamente por un espacio
sideral creado por sueños y realidades que
ya ni la ficción pudiera tratarse como «ficción».
[…]
III
Despierto con el aroma de tu cuerpo,
mientras la luz del alba abre mis ojos.
Estás a mi lado abrazándome y me digo
“Claro, después de un largo viaje por el espacio,
debemos de tomarnos un breve descanso”.