
He decidido de forma unilateral que vamos a tener nuestro polvo de despedida. Total, ni a usted ni al mundo le importa lo que yo hago en la intimidad de mi imaginación. Además, me cansé de pedir permiso, de caminar de puntillas; de esperar a que usted me folle tan rico como promete, así que… tendré que hacerlo yo solita.
No se equivoque, no busco un reencuentro, ni un “volver a las andadas”; ya emprendí otro camino y no quiero su mierda de intimidad por fascículos. Yo solo quiero un polvo memorable de despedida, una noche. Esa noche no puede quedar suspendida, necesito tenerla, vivirla, disfrutarla, y después… lo dejaré marchar, aunque usted se fue hace mucho, pero no funciona así, nunca funciona así: Necesito brindar con usted por la pérdida, necesito beberme ese vino. Quiero ser suya esta noche, y que usted sea mío.
Continuará…