Dos veces te vi en esa alcoba
y te seguí amando.
Tres veces quise irme,
pero seguí viviendo, por ti.
Cuatro veces casi me adecuaba,
aunque el dolor viene y no se acostumbra.
Cinco veces intenté borrarte,
aquí
en este olor agrio cuarto usado;
empero,
los varones siguieron llegando,
y ninguno tenía mi cara,
ni mi nombre.