Sin ganas de nada,
exhausto por nada,
con dolor de cabeza
o la garganta apenada;
subo y bajo de la cama,
vaivén del enfermo,
sin querer la limonada,
con el alma dañada.
Ha pasado el tiempo,
no sé,
pero los demonios ya callan,
los ángeles nunca estuvieron,
y el calcio más débil.
Ya no sabe,
ya no huele,
ya no siente,
apenas se ve…;
es algún limbo
en el que me he perdido.
O quizás,
en este letargo,
si miro atrás,
mientras floto,
¿estará mi cuerpo en coma?