Desiertos corazones
creyendo ser infinitos
se pierden en la estulticia
de un hedonismo
y un nepente fingido.
De los albores
sueñan el preludio
de la existencia,
ya tardíos
el otoño les queda
debiendo el razonamiento
y se pierden en anhelos falsos,
con crucifijos en la boca,
que no les dejará hablar más.