Que no se te vuelen los estribos,
que mi sonrisa no adoquina romances,
sino fatuas amistades
y otras ordinarias sandeces;
que de bien para mal,
acá estoy para respetarte,
pero,
aunque una estrella muera en el firmamento,
no desearé adorarte.
Que no se te vuelen los estribos,
que mi sonrisa no adoquina romances,
sino fatuas amistades
y otras ordinarias sandeces;
que de bien para mal,
acá estoy para respetarte,
pero,
aunque una estrella muera en el firmamento,
no desearé adorarte.