AcĆ”, en el mundo terrestre, existe la leyenda de seres soterrados dentro de un inframundo apĆ”tico lleno de frustraciones y cobardĆas carentes de lógica y razón. Esos seres buscan Ā«vivirĀ» sin disciplinarse en esta vida de efervescencias polĆticas, son el oxĆmoron del ejercicio cĆvico de que es vivir en sociedades y coexistir en el conjunto de los Ā«otrosĀ», de sus sĆmiles, empero, en mentalidad estĆ”n felizmente castrados de toda voluntad partisana en su existir.
Odiosos viven, se quejan de lado a lado sobre la cama, y cuando apagan el ordenador, a veces desean no haber terminado el dĆa de manera tan inĆŗtil e infructuosa. La indiferencia, su bendita indiferencia aliviana a su precaria cordura y siguen dando pasos ciegos en un terreno lleno de espinas; y, a pesar de las heridas conceptuales constantes, son indiferentes y su credo es la frivolidad de una existencia nula de propósito, vacua del genuinoā¦
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